Viajaba en auto con
mi familia una madrugada del año 2001. La ruta estaba desolada. Era
completamente de noche todavía y el cielo estaba estrellado. Y mientras mi
atención estaba puesta en la conversación que manteníamos durante el viaje, mi
mirada estaba fija en una intensa luz naranja que aparecía elevada sobre el
horizonte justo enfrente de mis ojos. Recuerdo que ese mismo día caminaba luego por las calles de la ciudad pensando en eso tan asombroso que había presenciado, y percibía dentro mío que algo sumamente significativo me había ocurrido. Ahora tenía la certeza de que ‘había algo más…’. Mi conciencia había cambiado y sentía por primera vez que tenía algo que comunicar a la gente; a toda esa marea de personas que iban y venían con apuro por las calles, como todos los días, como cualquier día… Comenzó, desde
entonces, mi incansable búsqueda de una explicación a aquel extraño fenómeno.
Mi mente racional, científica, radicalmente escéptica, se inclinaba por la
información más lógica, ‘seria’, basada mayormente en datos y evidencias. Pero
nada de lo que hallaba era suficiente para saciar mis dudas, para detener mi
búsqueda. En el año 2003 me vi atravesando un profundo dolor en mi alma al romperse la relación de pareja que llevaba desde hacía varios años. De pronto toda mi vida dio un vuelco inesperado y me encontré mucho tiempo en soledad, en silencio… como detenida. Pero con el tiempo fui notando que aquella quietud permitía que lentamente se restablezca una conexión conmigo misma. Comenzaba a oír poco a poco mi voz interior, y aquel profundo dolor iba dejando lugar a un estado de paz y bienestar interno cada vez más grande. Entonces, a medida que iba liberando miedos y apegos, mi curiosidad y fascinación nata por lo desconocido e inexplicable iba tomando otra vez un nuevo impulso. Entonces, por
momentos me sorprendía pensando nuevamente en aquella extraña luz. En realidad,
cada vez que me sentía desesperanzada o desilusionada por algo, aquella luz
aparecía en mi mente y parecía reconfortarme; y escuchaba entonces una voz interior
que me inspiraba a buscar ahí, que me decía que ahí había algo más.... O de
pronto me encontraba pensando en otras inquietudes que se encendían con pasión
en mi espíritu. La idea de que la ‘energía electromagnética’ debía ser la fuente
de energía del futuro aparecía con insistencia en mis pensamientos; pero además
sentía que había algo que la relacionaba con la biología. Otras veces me
sorprendía pensando que se podría hacer algo para cambiar las cosas en este
mundo; y me sentí un día fuertemente inspirada por la vida de Jesús y por los
sabios mensajes de amor que él nos dejó 2000 años atrás. En lo profundo de mi
ser sentía que un cambio radical debía ocurrir en nuestra sociedad, que algo
estaba muy mal y debía ser modificado. Pero al mismo tiempo me creía totalmente
incapaz de lograr algo; básicamente sentía que la lucha contra el ego era una
batalla imposible de ganar. Otras veces, sin embargo, me alentaba pensando que
la tecnología ofrecía ahora la posibilidad de que personas con la misma
mentalidad y anhelos de cambio, en distintas partes del mundo, nos conectáramos
fácilmente y nos uniéramos todos por una misma causa. En el año 2004 sentí un fuerte impulso por viajar hacia las montañas, hacia un cerro muy conocido por las especiales energías del lugar y por los frecuentes avistamientos de extrañas luces. Algo me decía que podía encontrar allá algo relacionado con la luz vista aquel día mientras viajaba. Y fue en ese lugar que encontré a la persona quien, habiéndole contado de mi experiencia, me dijo que lo verdaderamente importante eran los mensajes que la humanidad estaba recibiendo desde otros mundos, desde otras realidades. Recuerdo que volví de aquel viaje con una imperiosa necesidad de encontrar esos mensajes. Y así fue como me dediqué de lleno a buscar en internet hasta hallar uno de ellos. Aquella noche sentí una de las emociones más grandes de mi vida… el mensaje era de esperanza, de paz, de unidad, de amor… y de cambio. Finalmente, no estaba sola en mi búsqueda y en mis deseos de cambio. Además sentí que estaba cerca de entender qué había detrás de aquella extraña luz… Esa misma noche,
cuando me fui a dormir, comenzó a sucederme algo increíble; absolutamente
asombroso para mí porque yo no sabía entonces de qué se trataba aquello que me
estaba ocurriendo. El hecho fue que comencé a sentir intensas energías en mi
cuerpo, en cada uno de mis chacras precisamente. Pensé en aquel
momento que sería interesante traducir ese material al español porque podría
ayudar a ciertas personas cercanas a mí. Pero los meses siguientes tan sólo me
dediqué a interiorizarme más sobre todo este nuevo paradigma; sentía la
profunda necesidad de comprender más sobre el tema, y así leí todo aquello que
me resultara interesante y contribuyera a mi desarrollo interior. Había escrito un
relato sobre una persona que se sentía totalmente diferente a los demás,
principalmente por su extrema sensibilidad; y que debido a su particularidad no
podía adaptarse a las estructuras de pensamiento ni a las costumbres de la
sociedad en la que vivía. “No soy escritor, pero sin embargo aquí dejo escritos mis pensamientos. No tengo lectores, sólo escribo para mí, para aclarar mis ideas. Sí, es como si el sabio y auténtico yo redactase, y el otro yo superfluo y vano, aprendiera luego leyendo las sabias palabras.” “A veces me invade una triste soledad ¿Por qué no ser como los demás? Yo en mi especie me siento único; un ser extraño que navega en un barco a la deriva por un mar poblado de témpanos, sintiendo a cada momento el roce helado de la razón humana. A veces pienso que soy un ser de otro mundo atrapado en un cuerpo humano; o que estoy parado al borde de un abismo y me atrapan el vértigo, las náuseas, la fascinación y el éxtasis que la profundidad del precipicio me producen, y que el resto de las personas, pisando tierra firme, no pueden sentir.” “En ocasiones los enfrentamientos con el mundo externo me recuerdan nuevamente que yo estoy solo, tremendamente solo. Soy el único habitante de una isla inhóspita, pero cercana al continente. Hay veces que intento acercarme a la extensa orilla, pero enormes olas me devuelven a mi solitario paraje.” -Durante la infancia- “Aquella noche, mientras soñaba despierto, un suave resplandor se filtraba en la habitación y acariciaba mi cara. No sé por qué tengo esa debilidad por las noches de luna llena... Me asomé a la ventana del dormitorio y aquel disco luminoso me hipnotizó, y ya no pude seguir allí encerrado. Silenciosamente salí por la puerta que daba al jardín, y trepando por las rejas de una de las ventanas subí al techo de la casa. Ahí recostado, boca arriba, podía permanecer durante horas dibujando con las estrellas, descubriendo la más brillante y la más débil, la más amarilla y la más azul, inventando cráteres en la luna, e imaginando que algún día yo tocaría esa arena blanca... Y esperaba atento a que ocurriera algo para mí: una extraña señal, una luz… algo que rompiera esa tremenda quietud allá arriba. Alguna vez sucedería para mí, sí estaba seguro, solo era cuestión de esperar… me ocurriría a mí por ser diferente a los demás, por quedarme ahí tan pacientemente esperando…” Al leer aquel texto noté que sin dudas había una increíble semejanza entre las características de este personaje y los rasgos psicológicos propios de los Trabajadores de la luz, que Jeshua ha expresado en las canalizaciones. Entonces, fugazmente sentí que tal vez había algo que me conectaba a Jeshua. Durante todos esos meses de búsqueda y descubrimiento mis experiencias con las energías fueron diarias y muy intensas. Le costaba a mi mente aceptar las cosas extrañas que me estaban sucediendo, pero cada día una nueva experiencia o la sincronicidad de determinados hechos parecían querer demostrarme ¡que todo esto era real! Un día a mediados del 2005, en estado de quietud interior, sentí la imperiosa necesidad de saber qué era eso que debía hacer para contribuir al cambio de conciencia en el mundo; sentí la urgencia de hacer algo para ayudar a la humanidad en su despertar. Y ese día, aunque no creí obtener respuesta alguna, sentí entonces un gran impulso y entusiasmo por traducir al español el material de Jeshua canalizado por Pamela. Entonces me dije a mí misma que mientras tanto me dedicaría a traducir. Y una vez que comencé ese trabajo ¡ya no pude parar! Realice toda la traducción de la primer serie en muy poco tiempo. No quería hacer otra cosa más que traducir. Y haciendo las traducciones me sentí en armonía y en paz, percibiendo todo el tiempo una cálida energía de bienestar y de tranquila alegría. Una vez que terminé con la primer serie, sentí que debía hacer algo para distribuir el material. La idea de que Pamela y Gerrit podrían llegar a estar interesados en mis traducciones se me cruzó por la mente una vez, pero enseguida eliminé esa posibilidad por parecerme demasiado increíble… Por eso fue que le escribí por primera vez a Pamela tan solo para obtener su autorización para la distribución del material en español a través de ciertas listas de correo electrónico. Pero cuando Pamela me contestó, sucedió algo increíble y maravilloso… Sus palabras me sorprendieron, me emocionaron mucho y me llenaron de alegría; sentí además que gran parte de mi búsqueda había concluido. Ella me decía: “Siento que eres una de esas personas que se han cruzado en mi camino para ayudarme y sostener el trabajo de Jeshua…”. Gracias a Pamela y a Gerrit por confiar en mí y por brindarme este espacio en su sitio web para publicar algunos de mis textos. Sandra Gusella
|
||