Todo está como debiera ser, ¿o no?

por Pamela Kribbe




Traducción: Fara González

“Esto tenía que suceder”, “debe haber un propósito más elevado detrás de esto”, “todo es exactamente como se supone que sea”. Expresiones hechas fácilmente entre los de inclinación espiritual. A menudo, expresiones como éstas se hacen frente a situaciones o eventos que parecen sin sentido, trágicos o crueles. Accidentes, enfermedades, contratiempos graves que ponen a prueba nuestro sentido de justicia. ¿Por qué esto me sucede a mí, por qué esto tenía que suceder? La noción de que para todo lo que ocurre debe existir un orden superior, una mano divina que quiere nuestro bien, es reconfortante. ¿Pero es cierto?

La idea de que todo ocurre como debiera, es una noción determinista: expresa que hay un poder superior que predetermina lo que va a suceder en nuestras vidas terrenales. Este poder superior puede ser Dios, o el alma de ustedes o su yo superior. Sea lo que sea, el poder creativo no les pertenece a ustedes, sino a esta fuente superior. La idea de que nosotros como seres humanos tenemos libre albedrío y podemos elegir libremente, se ve por tanto seriamente cuestionada.

Por tanto surge una paradoja: viéndolo desde un enfoque espiritual del mundo, la mayoría de las personas consideran que su poder para hacer elecciones y asumir la responsabilidad en sus vidas es esencial a quienes son. De no ser por ese poder, toda la noción de crecimiento interno y transformación sería obsoleta. A la vez, hay una expresión que a veces suena como una invocación, de que “todo es como debiera ser”, o como otros dicen “todo está en orden divino”.

Esta “marea bienaventurada” de que todo realmente es como debiera ser, me molesta y me asombra. Primeramente, hay un sufrimiento masivo en la tierra, que resulta obvio al echar una mirada al azar a la prensa en cualquier día. Hay intenso sufrimiento a nivel físico, emocional y espiritual para muchos, muchos seres humanos al igual que para la naturaleza. Así que ¿Cómo es que todo está como debe ser? Segundo, está la paradoja anterior de que el libre albedrío y la predestinación no van bien juntas. Este es un punto que merece consideración cuando surge la idea de que todo está bien y en orden divino. Tercero, he notado que estas palabras se acompañan de una nota típica de pena, un tipo de condescendencia espiritual, que implica cosas como: “Ah, criatura, veo que no entiendes todavía, atrapada como estas en tus pensamientos, emociones y estados de ánimo demasiado humanos, pero hay realmente un significado superior detrás de todo lo que está ocurriendo, y un día también lo verás”. La gente a menudo quiere nuestro bien, estoy segura, pero de todas formas…….

Cuando recién había sanado de una depresión severa con episodios sicóticos en 2010, y todavía luchaba con esta experiencia horrenda, alguien me dijo “está claro que tenías que experimentar esto, y que el propósito era capacitarte para ayudar ahora a otros con aflicciones similares”. No pude responder a esta sugerencia mientras trataba de reponerme, pero luego entendí que de hecho se habían hecho de manera implícita tres sugerencias: 1. La depresión era predeterminada y yo no podía haberla evitado. 2. La misma sucedió para mi propio bien aunque me sentía muy mal. 3. El propósito espiritual detrás de ello era hacerme una mejor maestra y sanadora para los demás. La última sugerencia instantáneamente me llevó al martirologio. Lo que realmente había ocurrido era que yo me había sacrificado y había sufrido todo ese infierno para la salvación de los demás. Oh Dios, es muy halagador el colocarme en un pedestal de esa manera; pero sospecho que hay bastante poco equilibrio allá arriba.

Lo que subyace de las tres sugerencias es la gran brecha entre la forma en que me sentí respecto a lo que había sucedido y la verdad espiritual “real”. Lo que sentí resumidamente mal era “realmente” algo bueno, lo que quería evitar más que nada había sido predeterminado “realmente” y lo que experimenté como mi prueba personal durante la depresión era “realmente” algo que asumí para convertirme en mejor maestra para los demás. La ira, tristeza y abatimiento que sentí después respecto a lo que me había ocurrido eran simplemente el deambular de mi ego que no se podía rendir al orden superior de las cosas. Este ejemplo muestra una línea general de razonamiento que se puede aplicar a muchas situaciones diferentes. La tendencia general es mirar a un evento o situación que al inicio parece terrible, trágica o absurda y entonces suavizarla con la ayuda de la tesis espiritual de que “las cosas siempre son como debieran ser”, o que “hay un orden divino que gobierna los eventos de manera que a un nivel más profundo todo está bien”.

¿Qué hacer con este enfoque típico de suavizar? La noción de que todo está predeterminado y que se manifiesta según la voluntad divina, no se puede refutar sobre bases lógicas. Es un reclamo metafísico irrefutable, que no se puede falsificar (ni confirmar) mediante evidencia empírica. Sin embargo, de hecho entra en conflicto con nuestro sentido profundo de que somos capaces de influir en nuestras vidas, de que tenemos libre albedrío y el poder de elegir. La noción de “que todo está bien como está”, o “todo está como se supone que esté” está en conflicto con cómo nos sentimos en nuestra vida cotidiana. Cuando una tesis espiritual está flagrantemente en oposición con el sentido común, con nuestra intuición diaria, esto me enciende una luz roja. Es más, creo que es a través de nuestra naturaleza sentiente que nos conectamos con nuestra alma. Más que la mente y las ideologías que ésta desarrolla, es el corazón, el centro de nuestros sentimientos e intuiciones, lo que constituye la puerta de entrada a la verdad espiritual. Cuando hay una gran brecha entre lo que se siente genuinamente bien para ustedes y lo que plantea una enseñanza espiritual como algo bueno y verdadero, siempre elijo a favor del sentimiento humano como lo apropiado. El aire de superioridad y de complacencia con la cual se hacen los reclamos espirituales supuestamente intuitivos tampoco ayuda.

¿Y entonces qué? Si las cosas no están predeterminadas, si no hay un significado mayor detrás de todo lo que ocurre, es la vida entonces un simple juego de coincidencias? ¿No hay una historia mayor, ni un propósito? Y si todo está libre y abierto y ustedes todavía creen en Dios, ¿Por qué Dios permite tanto dolor y sufrimiento; cuál sería la explicación? Quisiera plantear que hay razones con sentido espiritual para que las cosas ocurran como lo hacen, pero eso no significa que lo que sucede esté bien y sea bueno. Hay una razón para todo, pero eso no implica que debía haber ocurrido. Mi enfoque es que hay una diferencia entre reconocer una lógica espiritual detrás del evento que ocurre, y creer en la predestinación. Hay de hecho leyes espirituales que funcionan en nuestras vidas, pero no están en oposición con nuestro libre albedrío.

Para aclarar lo que quiero decir apliquémoslo al ejemplo anterior. Mi depresión era provocada evidentemente por mis temores y creencias negativas. Creo que pertenece al propósito de mi alma el traer estos temores y creencias negativas a la superficie de mi percepción en algún punto, para que puedan sanar. Pero eso no significa que las cosas tengan que ocurrir exactamente como lo hicieron, o que yo no tuviese elección respecto a lo que sucedía en mi vida. Recuerdo claramente que antes que la depresión se adueñara de mí (y terminé en el hospital), recibí varias señales, especialmente de mi cuerpo que me mostraban que estaba muy estresada y debía aplicar los frenos. No lo hice y eso no estaba predeterminado. Hay una explicación para el hecho de que no actué de acuerdo a mi intuición y señales de mi cuerpo: tenía temor de fallar, temor de decirle ‘no’ a la gente, porque valoraba su reconocimiento y temía al rechazo. Esto explica por qué no apliqué los frenos a tiempo, sin embargo aunque había razones definidas, era mi elección. El mismo hecho de que estuviese consciente de esas señales e intuiciones, muestra que había espacio para la elección.

Así que en retrospectiva hice algunas elecciones incorrectas. Ahora no cabe culparse a uno mismo interminablemente respecto a las elecciones desafortunadas que uno ha hecho en el pasado. Recriminarse de forma áspera hace surgir sentimientos de culpa que son destructivos y contraproducentes (hablo desde mi propia experiencia aquí). Enjuiciarse uno mismo no es muy útil. Sin embargo, decir que no podía evitarlo porque se supone que sucediera es como ir al otro extremo, esto es pura negación. No hay manera de evitar el hecho de que podía haber elegido otra cosa. La mejor manera de abordar esto es con una visión de compasión y cariño. Al ser compasivo con uno mismo, reconocemos que somos humanos que podemos fallar, y hace mucho más fácil aprender de nuestros errores. Si somos capaces de perdonarnos, podemos ver las adversidades del pasado como lecciones con sentido que nos han permitido ganar en introspección para hacer mejores elecciones en el futuro. En esa forma, las situaciones trágicas se convierten en significativas y con un propósito, no porque sean intrínsecamente apropiadas o deseadas (normalmente no lo son) sino porque uno está preparado para aprender de ellas y hasta transformarse a partir de las mismas. Por tanto, el que algo tenga sentido espiritualmente no está determinado por los eventos objetivos en sí mismos, sino por la forma en que los interpretamos y experimentamos.

De esta forma, el libre albedrío y un cierto grado de predeterminación pueden reconciliarse. Imaginen que su alma quisiera vivir a través de ciertas experiencias en esta vida. Esa es la razón por la cual su alma eligió confrontar ciertos desafíos, que eran pre-programados en su vida. Ciertas personas que encuentran, diferentes oportunidades o desaciertos que vienen hacia ustedes, pueden de hecho haberse prestablecido de antemano. La cuestión aquí, sin embargo, es cómo ustedes, el humano con libre elección, responderá a estos encuentros y situaciones, y en qué grado pueden ustedes detectar el propósito y significado de lo que les sucede. Esto no es algo inamovible, y el propósito final de su alma es abrazar las lecciones inherentes en los desafíos con amor y aceptación. De esa forma, ustedes harán diferentes elecciones en el futuro y atraerán encuentros y situaciones más positivas, eliminando la necesidad de enfrentar el mismo desafío una y otra vez.

A veces es difícil responder a los desafíos más graves con confianza y aceptación. Es por eso que yo digo que es el objetivo final de su alma. A veces es una inmensa lucha para reconocer el valor de las experiencias profundas de pérdida o dolor o rechazo. La resistencia y la desesperación son normales y muy humanas. No obstante creo que esta es la invitación profunda de nuestra alma para abrazar aun la parte más oscura de nuestras vidas y de nosotros mismos con entendimiento y cariño, no porque ‘esté bien así’, sino porque aceptar y trabajar con ello es la única salida. Es la única vía hacia la luz.

Cuando estaba en medio de mi depresión sicótica, no experimenté ningún sentido ni significado en lo que me estaba sucediendo. Mis seres queridos también sufrieron la pesadilla. Eventualmente fui hospitalizada en una sala siquiátrica contra mi voluntad. Mi recuperación comenzó allí. Después de recuperarme entendí como se siente cuando un sufrimiento profundo rinde frutos. En cuanto me viré hacia la luz y quise vivir de nuevo, experimenté gran alegría y noté la abundancia en mi vida como nunca antes. Lo que daba por sentado antes, se convirtió en fuente de maravilla y profunda gratitud. A menudo me detenía frente a mi hogar, regresando del mercado y me maravillaba ante el hecho de que existiera un lugar para mí en la tierra, donde podía vivir con las dos personas que más amaba, mi esposo e hija. Me asombraba el apoyo genuino y el cuidado de las personas que me rodeaban, los que eran conocidos antes se convirtieron en amigos íntimos. No sólo este total abatimiento que trae la psicosis me dio una nueva apreciación de lo que antes daba por sentado, sino que también me aportó percepciones duraderas que ahora me ayudan a vivir mi vida con menos temor y mayor plenitud. Unos cuantos años después, escribí un libro sobre mi oscura noche del alma, que me ayudó a integrar toda la experiencia más plenamente y con el beneficio de la retrospección. Después de publicar este libro (en holandés, espero publicarlo en inglés para fines de año) recibí cartas de personas que se reconocían en mi historia y se sentían apoyadas y reconfortadas con ella. Por tanto mi noche oscura del alma ganó en sentido. Gradualmente, esta horrenda experiencia aparece en una luz diferente, la luz de sanación y sentido. Sin embargo, esto no significa que se ‘suponía que sucediera’ o que ‘realmente’ era algo bueno.

¿Es todo como debiera ser? ¿Es la única forma en que puede ser? ¡No!. Hay mucho sufrimiento y tragedia en la tierra. Yo creo que atraemos algunas situaciones negativas a nuestras vidas para que seamos conscientes de la negatividad dentro de nosotros (ira, temor, desconfianza). Estas situaciones pueden estar prestablecidas en parte. Pero el propósito detrás de esos desafíos es que hagamos elecciones diferentes en el futuro para que podamos liberarnos de la negatividad y dejemos de atraerla a nuestras vidas. Un evento doloroso o trágico no es intrínsecamente bueno o valioso, será así solamente cuando los humanos tengan el coraje y la claridad de mente de encontrar sentido en el mismo y permitir que los transforme. Tenemos una elección en cómo respondemos a ‘lo que es’. Tenemos el potencial de transformar la negatividad y el dolor mediante nuestra actitud interna y de hacer la vida más ligera y alegre para nosotros y los demás. Este es el propósito de la espiritualidad. El orden superior que buscamos tan desesperadamente detrás de los eventos externos en nuestras vidas, no está fuera de nosotros. Necesitamos crearlo nosotros mismos: esa es nuestra misión como hijos libres de Dios.

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© Pamela Kribbe

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