La Creación: Una
Cooperación de Energías Femeninas y Masculinas
Al inicio hay Creación: el tiempo y espacio se crean a partir de lo que
es el Uno. La diversidad es la consecuencia: la vida adopta formas
interminables, hay un número infinito de campos de experiencia, esferas,
dimensiones y mundos por explorar. Esto plantea la cuestión ¿Por
qué ocurrió la Creación?
La unidad lo incluye todo, y para que ustedes puedan ser conscientes de
sólo una parte de esa unidad, la Creación es necesaria. Para darles un ejemplo: la luz blanca es la
suma de todos los colores. Para experimentar
colores individuales, tenemos que desintegrar la luz blanca con el uso de un
prisma. Esta difusión de la luz blanca
en todos los colores del arco iris es a lo que llamo Creación: creando la
diversidad a partir de la unidad.
Solamente cuando hemos experimentado la belleza y cualidades de todos
los colores individuales entendemos verdaderamente lo que es blanco. La creación – creando la diversidad – parte
del deseo de la auto percepción.
Entendemos el todo solamente cuando hemos experimentado realmente todas
las partes individuales. Podemos comparar esto con la experiencia que logramos
durante nuestras vidas. Cuando yo era niño, entendía cómo era ser un niño, pero
no sabía todavía cómo ser un adolescente enamorado, cómo ser un hombre casado,
o un padre. Necesito tener todas esas
experiencias para entender realmente quien soy como ser humano y para encontrar
verdadera paz dentro de mí mismo.
En esta gran experiencia de descubrimiento, lo cual es el propósito de
la Creación, hay dos fuerzas que juegan un papel central: femenina y masculina.
El poder masculino es una energía inquisitiva de exteriorización, que es
aventurera y quiere experimentar y entender todas las cosas. Es esta fuerza la que radica en la base de la
emergencia del tiempo y el espacio. La
energía femenina crea la conciencia de la unicidad interior. A través del lado femenino, la humanidad está
conectada a esa unicidad (al Uno), y con el lado masculino, está conectada a la
diversidad (los muchos). El lado
femenino tiene que ver con el mundo interior, el lado masculino con el
exterior, la realidad manifiesta.
La energía masculina asegura que lo que es único e individual puede
experimentarse en todo, mientras que la energía femenina asegura la integración
y la unión. Sin la energía femenina que
integra las experiencias únicas de los individuos en un panorama más amplio,
estas se perderían en la noche.
La dualidad surge cuando un ser comienza a identificarse con un lado o
el otro. En el estado actual de la humanidad, es la parte masculina el objeto
dominante de identificación. El
resultado es una supresión del lado femenino que provoca una pérdida de ese
sentido de conectividad interna. El
sentido del Yo es muy fuerte: el ego se ve a sí mismo colocado frente a un
universo que ya no se experimenta como una madre protectora. Entonces se siente pequeño y atemorizado, y
reacciona queriendo amasar de ese universo, tanto poder como sea posible.
Cuando la femenina es la energía dominante, se enfoca demasiada atención
en el mundo interior, lo cual crea una dualidad con el mundo exterior. El mundo interior, el mundo de lo espiritual,
entonces es vito como algo superior y más elevado en comparación con una
realidad exterior de diversidad y pluralidad de las formas.
El Paraíso: el equilibrio entre lo
femenino y lo masculino
Podemos ver la dualidad en acción en la historia de la humanidad. En un pasado prehistórico, había un
equilibrio entre las energías masculinas y femeninas. En ese tiempo no había países ni
fronteras. Este era el tiempo de un
paraíso terrenal llamado Lemuria. En mí
viven impresiones de un tiempo en el cual, yo con otros seres angélicos, nos
dedicábamos a preparar a la Tierra para la llegada de los humanos.
“Es como un sueño
hermoso de hace mucho, mucho tiempo. Eramos seres
angélicos radiantes. En colaboración la Madre Tierra estábamos creando la
naturaleza. El tiempo para nosotros tenía una velocidad muy diferente, las plantas
que creábamos, las veíamos brotar ante nuestros ojos. Estábamos ocupados preparando la Tierra para
la llegada de la humanidad. Era un
tiempo de esperanza, un tiempo de amor. Pensábamos que la Tierra se convertiría
en un hermoso terreno de juego en el cual los seres con una sencilla conciencia
infantil podría descubrir la vida en una forma deliciosa, un lugar donde la
gente podía disfrutar el amor del uno por el otro y por la naturaleza. Qué
equivocados estábamos. ¿Qué fue lo que salió tan terriblemente mal?”
La gente que poblaba la tierra en ese entonces sentía la conectividad
interior de la vida y sabía que la Madre Tierra estaba ahí para todos. La gente
vivía en armonía con la naturaleza. La
Tierra, como el aire, era para todos, pero ella no era nuestra posesión. A la
vez, la vida era como una experiencia de descubrimiento, una aventura feliz. En
cada montaña, una nueva vista, detrás de cada horizonte, un nuevo país con
nuevas experiencias a explorar.
La humanidad se creó como una raza muy curiosa e inquisitiva. En aquellos días, la gente poseía una
conciencia exuberante algo infantil. Ellos disfrutaban la vida con una alegría
espontánea que solamente vemos en los niños.
Su conciencia era más expansiva que la nuestra: podían comunicarse con
los animales, plantas, montañas y ríos.
Era natural en ellos el tener contacto con guías espirituales y con
criaturas etéreas como gnomos y hadas.
Tenían un sentido diferente del tiempo y vivían el día a día.
En esta humanidad en desarrollo, había un ritmo natural, con las
energías femeninas y masculinas ejerciendo su dominio en momentos
alternos. Después de cada fase de
descubrimiento y exploración, venía una fase de internalización. Al igual que los humanos corren alternando la
pierna izquierda y la derecha. Pero
entonces salió mal.
El fin del paraíso: la serpiente y la emergencia de la
dualidad
En la Biblia esta frase se describe como la historia simbólica de Eva,
quien fue tentada por la serpiente para probar la manzana que les da a los
humanos el conocimiento del bien y del mal.
¿Qué salió mal? La humanidad como un todo es
una raza masculina, una raza enfocada en el descubrimiento y la aventura. Por
esta razón, existía en la propia humanidad el deseo de ser más libre del mundo
espiritual. La raza humana quería
embarcarse en una aventura y descubrir. La humanidad gradualmente encarnó cada
vez a mayor profundidad en la Tierra y en la materia. La conexión con sus guías
– los ángeles que acompañan a la humanidad en su evolución – y la alineación al
mundo espiritual se volvieron menos importantes. Las mujeres, quienes por
naturaleza están más enfocadas en el mundo interior, eran más hábiles en la
creación de esta conexión que los hombres, y algunas mujeres eran mejores que
otras en esto.
Este último grupo era muy importante para la comunidad y por tanto
surgió una clase de sacerdotisas. Cuando la grieta entre estas sacerdotisas y
el reino espiritual de los ángeles que acompañaban a la humanidad se hizo
mayor, emergió una abertura para el contacto con otras fuentes que tenían
intenciones menos apropiadas. Las energías
reptilianas (la serpiente de la biblia) querían debilitar a la humanidad a
través de divisiones.
A las sacerdotisas se les tentó con las ideas siguientes: el mundo
interno es más importante que el externo, las mujeres más sintonizadas con el
mundo interno son mejores que los hombres y tienen derecho a dirigir a los
hombres. Tales pensamientos alentaron su
ego y ellas comenzaron gradualmente a abrazar esta visión dualista del mundo.
Las mujeres, y el mundo interno eran consideradas superiores, representando a
lo “superior”. Los hombres y el mundo externo eran considerados inferiores,
representando a lo “inferior”. Esto era
algo parecido a la Manzana: la dualidad,
el susodicho conocimiento del bien y el mal, se ancló sólidamente en los
pensamientos de la humanidad.
Las sacerdotisas comenzaron a considerarse a sí mismas cada vez más
importantes y querían hermosos templos y hogares para sí. Surgieron comunidades
que se mantuvieron en una localidad. La humanidad dejó de vagar y descubrir
cosas nuevas, y las mujeres se mantuvieron como dominantes durante mucho
tiempo. Los hombres eran vistos cada vez más como seres inferiores y hasta
tratados como esclavos.
La dominación
femenina y las heridas en la energía masculina
Comenzó el tiempo de la reina-sacerdotisa. Ellas proclamaron una visión dualista del
mundo que justificaba su poder y autoridad y la superioridad esencial de la
mujer sobre el hombre. Ellas reclamaban que la verdad reside únicamente en el
mundo interior, y que solamente las mujeres podían acceder a esa verdad. El mundo exterior se proyectaba como malo,
peligroso y tentador, y la gente tenía que ser protegida contra este mundo malo
por su propio bien.
Este concepto tuvo cuatro consecuencias de largo alcance que provocaron
profundas heridas en la energía masculina.
La
primera herida: la pérdida de la belleza
Vivir en un lugar requiere trabajo intenso en la agricultura y eso es
trabajo de hombres. La urgencia natural
del hombre hacia la aventura, que ya se veía como sospechosa, se suprimió aún
más por tanto. Esa urgencia no iba con el trabajo pesado y aburrido tal como
arar y sembrar.
La imagen de lo que era ser un buen hombre cambió: tenía que ser
confiable, trabajador y sin mucho tiempo para pensar. Los aventureros eran vistos como holgazanes y
vagos, un daño para la comunidad. Todo
tipo de expresión en nuestro tiempo se refiere todavía a esto: “nadie muere por
trabajar duro”, “el hombre debe ganarse el pan con el sudor de su frente”, “el
diablo encuentra trabajo para manos ociosas”.
Sin embargo el deseo de aventura en el hombre es finalmente el deseo de
experimentar la belleza y las maravillas del universo. Al suprimir este deseo, la primera herida en
la energía masculina emergió: la pérdida de la habilidad para apreciar la
belleza. El hombre aprendió a disfrutar
de la belleza de la vida, a aventurarse y explorar nuevas formas de vida, a
sentir la urgencia para crear, a descubrir; estas eran todas “malas” cualidades
que debían suprimirse. Un “buen” hombre es muy trabajador y no hace preguntas.
Todavía vemos las consecuencias de esta forma de pensar. Miren las ciudades modernas diseñadas y
construidas exclusivamente por hombres trabajadores y noten su falta de color y
belleza. Todavía vemos a nuestro alrededor solamente una energía masculina en
movimiento que no puede descansar y que no sabe lo que quiere.
A través de este desarrollo, los hombres se volvieron casi totalmente
responsables del suministro de alimentos, haciéndolos más importantes dentro de
la comunidad.
La segunda
herida: la pérdida del amor
Debido a esta visión mundial dualista de la casta de la sacerdotisa, el
mundo exterior se volvió incrementadamente peligroso. Las comunidades se mantenían en un sitio y
necesitaban protectores. Esta también era tarea del hombre: los cazadores se
convirtieron en guerreros. Un guerrero
sin embargo, a diferencia de un buen cazador, no puede tener sentimientos. Un
soldado que mata a otro ser humano no debe tener sentimientos respecto a su
víctima. El no puede dejar que esto
entre a su mente, el hecho de que el ser humano que él mató fue una vez un bebé
que tuvo una madre que podía haberlo amado mucho y que quería lo mejor para
él. El guerrero no puede pensar: “Ahora,
maté un bebé. ¿Cómo le afectará eso a
ella? ¿Qué sentirá ella cuando sepa que él murió? ¿Cuántas lágrimas derramará?”
El guerrero que tiene empatía no puede ser un guerrero.
Un buen guerrero suprime la
energía del corazón y actúa desde una visión mundial muy dualista: que el otro,
el enemigo es malo. El oponente no es realmente un ser humano y por tanto puedo
matarlo. Esta actitud por supuesto,
resultó en un incremento de la dualidad en el mundo. Había más y más guerras, más lucha y más
fronteras en el mundo. Y así los
guerreros, los hombres, se fueron haciendo cada vez más importantes, hombres
que habían perdido su conexión con su corazón.
Esta es la segunda herida en la energía masculina, la herida en el
corazón: la pérdida del amor. Un hombre
que desconecta sus poderes de empatía se siente solitario y perdido en un
universo inmenso, vacío y hostil.
La
tercera herida: la pérdida de sabiduría.
Dentro de las comunidades establecidas, el cambio y la renovación eran
vistos con suspicacia. El poder se
volvió conservador, el poder va de la mano con el temor al cambio y a la falta
de flexibilidad. La espiritual natural
basada en el amor cambió cada vez más a una fe dualista basada en el temor, con
todo tipo de reglas respecto a lo bueno y lo malo. Cuando la espiritualidad es
una religión establecida, los oficiales son necesarios para imponer las reglas,
por la fuerza de ser necesario y esto suprime la innovación, esta se volvió la
tarea de los hombres. Ya la verdad no se
consideraba como una energía viviente y amorosa, que se despliega de forma
dinámica y muestra facetas nuevas cada vez.
La verdad fue dejada a un lado y sustituida por un conjunto de reglas
impuestas por los hombres. En ese
tiempo, vemos la emergencia de religiones autoritarias en las cuales la verdad
se establece de una vez por todas y para todos, y si uno disentía, era malo o
pecador.
Debido a que mantener las reglas de una religión a veces coincide con la
promoción de esa religión, la última también era tarea de los hombres. Los hombres ahora eran las autoridades
espirituales. Esto fortaleció la
tendencia de que los hombres eran más importantes y más poderosos. Sin embargo, las religiones autoritarias
tienen poco en común con la sabiduría y la verdad. Por tanto nació la tercera herida en la
energía masculina: la pérdida de la sabiduría.
La humanidad todavía sufre grandemente por motivo de esta idea de que el
cambio es malo y de que la verdad ha sido establecida en un libro de reglas de
una vez por todas.
La
cuarta herida: la pérdida de una sexualidad tierna
Debido al incremento de la tensión entre los sexos, la experiencia de la
sexualidad también se vio bajo presión, había cada vez menos espacio para el
amor y la ternura. Cuando los hombres bajo las sacerdotisas dominantes eran
vistos como inferiores, tener sexo con un hombre era visto como un mal
necesario. Y así las mujeres comenzaron a suprimir su energía sexual. Para los hombres el sexo se convirtió más y
más en la expresión de una ira suprimida.
Donde al principio había una expresión de amor por la mujer, ahora se
convirtió en expresión de violencia. La
ira y la lujuria escalaron y comenzaron a coincidir: las fantasías sexuales de
los hombres eran generalmente violentas.
Así nació una cuarta herida: una herida en el área de la
sexualidad. Desde entonces, la
sexualidad ha tenido más que ver con emociones reprimidas que con el amor entre
el hombre y la mujer.
La emergencia
de la dominación masculina
Debido a que las sacerdotisas ya no proclamaban una espiritualidad
viviente, ellas finalmente se volvieron redundantes. Las rígidas reglas de una religión
autoritaria dualista pueden funcionar sin el amor femenino y la intuición.
Debido a que los hombres se responsabilizaron gradualmente con el
suministro de alimentos, la protección de la comunidad y la estricta aplicación
de una espiritualidad “muerta” ellos tomaron el mando. La energía masculina se
volvió dominante y continuaría así por un largo tiempo.
Sin embargo esta energía masculina dominante era una energía masculina
herida: emergió un hombre que había perdido el sentido de la belleza, su
corazón y su sabiduría. Las mujeres eran
vistas como inferiores, un objeto sexual y a veces víctimas de sentimientos
sexuales torcidos derivados de la violencia.
Las mujeres le recordaban al hombre sus sentimientos y los sentimientos
eran peligrosos y malos, así que las mujeres eran malas. Debido a que la
realidad estaba presa bajo reglas y mandos, las habilidades espirituales y
naturales intuitivas de la mujer se veían como malas y peligrosas. La terrible cacería y quema de brujas, que en
algunos lugares del mundo todavía existen, comenzaron en esos días. Las mujeres
tenían cada vez menos derechos y se volvieron cada vez más oprimidas. Eventualmente, eran solamente consideradas
apropiadas para tener hijos y criarlos. En la Edad Media las mujeres eran
vistas por muchos teólogos como seres sin un alma.
Se había abandonado el paraíso, vinieron tiempos de guerras, crueldad,
división y falsedad, un tiempo que infligiría heridas profundas en la energía
femenina. Una humanidad dividida
internamente ya no era capaz de protegerse. La serpiente había logrado su
propósito, los seres humanos ya no estaban conectados a la verdad viviente y
eran proclives a ideas falsas. Alguien
que abraza una visión dual del mundo está atemorizado, y alguien que está atemorizado
es fácil de manipular: ustedes imprimen en él que si no los escucha a ustedes,
él será víctima de aquello a lo que teme.
Influencias
extraterrestres y la emergencia de la Atlántida
Las personas que desprecian lo femenino son vulnerables. Ellas anhelan lo superior y buscan una guía,
pero a la vez rechazan la solución natural que ofrece la energía femenina:
confiar en tu intuición y sabiduría interior.
Entonces ellas encuentran una solución falsa: los poderes en el mundo exterior que reclaman
ser “superiores”. Pero entonces se vuelven totalmente abiertas a la
manipulación.
En el pasado la consecuencia de esta vulnerabilidad derivó en que la
humanidad se volvió el terreno de juego de todo tipo de fuerzas
galácticas. Los humanos habiendo perdido
su conexión con la femenina interna se permitieron ser cautivados fácilmente
por lo que parecían ser milagros y el poder de civilizaciones técnicamente
avanzadas. Pronto los representantes de
estas civilizaciones fueron vistos por la humanidad como dioses. Los humanos
fueron manipulados en todas las formas posibles, y también en forma
genética. Muchas historias respecto a
viejos dioses, tales como los dioses famosos del mundo griego, con todos sus
errores humanos y sus crueldades vienen de esos tiempos. La respuesta a esta cuestión: “¿eran los
dioses cosmonautas?” (título de un libro de Erich von Daniken) es en mi opinión:
“sí”.
Este tiempo de opresión terminó cuando un grupo de almas extra
terrestres avanzadas decidieron vivir en la Tierra para ayudar al desarrollo de
la humanidad. Ellas crearon un tipo de
raza de súper hombres, también conocidos como los Atlantes o gente de las
estrellas. Eran físicamente mucho más
altos que la gente de la Tierra y tenían grandes capacidades intelectuales, su
tercer ojo también estaba muy desarrollado. Su objetivo era doble: liberar a la humanidad
y a la Tierra de influencias nocivas y poner a la humanidad en contacto de
nuevo con su espiritualidad natural.
Esto último se lograría restaurando el equilibrio entre las energías
femeninas y masculinas.
Había comenzado la era atlante: un período en la historia de la
humanidad que duró alrededor de cien mil años.
Durante este período hubo una fuerte distinción entre estos extra
terrestres encarnados, que se veían a sí mismos como los lideres iluminados de
la humanidad – los llamados de la jerarquía espiritual – y los más o menos
miembros inconscientes de la humanidad. La
gente estelar, los atlantes vinieron frente a frente con la gente de la Tierra.
Sin embargo, el nacimiento de la Atlántida trajo dentro de sí mismo las
semillas de su caída. Para liberar a la
humanidad de influencias alienígenas, la gente de las estrellas en la Tierra
desarrollo una gran dominación: eran la clase regente y veían a la gente de la
Tierra como sus subordinados. Esto
estaba en contra de sus intenciones espirituales. Tener el poder sobre la gente de la Tierra no
iba a la par con su propósito de liberar a esas mismas personas internamente.
La espiritualidad de la gente de las estrellas no era todavía algo nacido del
corazón. Tenía razones de poder dentro de sí.
Los atlantes vieron a la gente de la Tierra como criaturas tontas
solamente apropiadas para el trabajo esclavo.
Comenzaron a verse a sí mismos como superiores y abusaron del poder de
su tercer ojo muy frecuentemente. Adicionalmente, aunque los atlantes
consideraban a sus hombres y mujeres iguales, no era así con la gente de la
Tierra, sus subordinados. Con ellos, eran los hombres los que
dominaban. Esto fue propicio para los atlantes
porque los hombres estaban mayor dotados para seguir órdenes y para construir
ciudades magníficas. Los atlantes
entendieron muy bien que siempre que las mujeres estuviesen suprimidas, ellos
podían tener el control de la humanidad y podían hacer lo que quisieran.
El poder corrompe y este fue el caso de los atlantes. Cada vez más, comenzaron a disfrutar de su
poder, de su éxito aparente e invencibilidad.
Cada vez más abusaban de los poderes de su tercer ojo. Este tercer ojo
suele llamarse agni, el chacra de fuego, y se necesita agua para borrar su
poder. Se ha escrito mucho sobre el
hundimiento de la Atlántida. Sin embargo
la razón más profunda fue un acto de auto sacrificio. Los atlantes más altamente desarrollados
comprendieron que ellos podían ayudar a la humanidad solamente uniéndose a ella,
y esto solo podía lograrse mediante la destrucción de la Atlántida. Solamente de esa forma podía eliminarse la
dualidad entre la gente de las estrellas y la de la Tierra.
Yo recuerdo este episodio de una vida previa: “Estoy de pie en un edificio hermoso, una magnífica torre
blanca. Miro la
ciudad desde lo alto. He tenido una discusión con una mujer. Ella ha estado conmigo
durante largo tiempo, pero ahora me deja para siempre. Estoy triste
por su partida. Ella quiere vivir entre la
gente de la Tierra para ayudarlos como un tipo de trabajador social. La brecha entre nosotros, los Poderosos
Atlantes y la gente de la Tierra es enorme.
Los vemos como una forma inferior de vida. Cuando me sintonizo con esta
mujer siento que ella es esencialmente un alma de la Tierra que ha nacido entre
los atlantes, y es por eso su gran deseo de ayudar a la gente de la Tierra.
Ella es algo más pequeña y su pelo es rojo, inusual entre los atlantes. Yo voy hacia una habitación y en el medio de
esta hay un símbolo poderoso dibujado en el piso. Si se paran en medio de ese
símbolo pueden dejar su cuerpo fácil y permanentemente. Comprendo que lo que la mujer quiere hacer
es lo correcto pero no funcionará, ella es una excepción. Mientras exista la
Atlántida la gente de la Tierra serán subordinados. Ha sido así
por miles de años. La brecha es muy grande, el poder demasiado adictivo,
demasiado prevalente”.
Dentro de lo profundo siento cómo las fuerzas se vuelven
contra la Atlántida. Me conecto con esas
fuerzas y digo: Sí, voy adelante. Siento
que no soy el único, muchos otros sienten que ha sido suficiente, las cosas no
pueden continuar de esta forma, el dolor entre la gente de la Tierra y de la
Tierra en sí misma, es demasiado. Existe
en nosotros un deseo de cambio, un anhelo de nueva aventura. Una profundización de la vida. Entonces me paro sobre el símbolo y dejo ir
mi cuerpo. Yo sé que cuando nazca de
nuevo ya la Atlántida no estará, ya yo no seré más uno de ellos.”
Así fue que los regentes atlantes se convirtieron en lo que ahora
llamamos Trabajadores de la Luz. Durante siglos, ellos fueron perseguidos y
oprimidos por la humanidad mientras trataban de conectarla de nuevo con su
verdad interna, con la que viene a nosotros a través de la energía femenina.
Después de la
caída: la maldición atlántica.
La era de la Atlántida dejó una huella definida en la
humanidad en relación con cómo debe ser una sociedad: la idea de que hay una
cierta clase superior de gente que son privilegiados y una clase de gente
sirviente. Durante muchos siglos, la
humanidad fue gobernada por la denominada nobleza, gente que creía que sobre la
base de su nacimiento, ellos estaban por encima de los demás y tenían derecho a
dominarlos. La nobleza surgió del
recuerdo que tenía la gente de la Tierra de cómo los atlantes se comportaban
hacia ellos. Tan pronto se creaba una nación en algún lugar, surgía
inmediatamente una clase aristócrata privilegiada, la memoria inconsciente de
la Atlántida era responsable de ello.
Al igual que el caso de los atlantes, en que las mujeres eran iguales a
los hombres, a las mujeres se les permitía ser líderes de la clase inferior de
la gente de la Tierra. Muchos milenios después, en un momento posterior cuando
las mujeres eran consideradas inferiores, este recordatorio atlante, como
resultado, permitió que las mujeres pudieran dirigir países siempre que fueran
de la nobleza. Por ejemplo, en países como los Países Bajos, se aceptaba como
normal tener una reina en un tiempo en que las mujeres todavía no tenían derecho
al voto. Se aceptaban las mujeres como líderes siempre que fueran de “sangre
azul” – una referencia al origen celestial de los atlantes – que sobre la base
de su origen, estaban por encima de la gente ordinaria.
Después de la caída de la Atlántida, la unidad artificialmente mantenida
lograda por la Atlántida también desapareció: surgieron fronteras y
naciones. De nuevo la humanidad trató de
recrear la Atlántida desde su energía masculina. Los grandes imperios de la antigüedad:
Babilonia, Persia, Asiria, el Imperio Romano, todos fueron intentos de recrear
la Atlántida. Y debido a que cada uno de
esos países trató nuevamente de ser la Nueva Atlántida, hubo casi siempre
guerra continua.
Sin embargo, todos los intentos de unificar a la humanidad a través de
la guerra están destinados a fallar. La unidad solamente puede surgir cuando
viene del interior, no que nadie la imponga desde arriba. Esto es lo que eventualmente entendieron los
Atlantes y por tanto ellos se transformaron a sí mismos en Trabajadores de la
Luz. La maldición atlante radica en que
la humanidad trata de recrear la Atlántida, de nuevo. El deseo de crear un
imperio que impone su voluntad, un deseo de vivir en las ciudades magníficas de
la antigüedad, la falta de respeto por la naturaleza, el gobierno de las clases
superiores, de la gente de “sangre azul”, son todos consecuencias del recuerdo
de la Atlántida.
Ahora, son precisamente los atlantes los que quieren que las cosas sean
diferentes, ellos son los Trabajadores de la Luz de hoy. Estas almas recuerdan
exactamente cómo, a través del abuso de poder, las cosas fueron mal en el
pasado y harán todo lo posible por proteger a la humanidad contra los
desastres. Afortunadamente, cada vez más
personas comienzan a escuchar.
El regreso de
los trabajadores de la luz
Cuando los viejos atlantes encarnaron como humanos entre la humanidad,
realmente aprendieron de primera mano lo que significaba ser humano y solamente
entonces se convirtieron en Trabajadores de la Luz, portadores de amor e inspiración. A veces fueron perseguidos violentamente por
su papel, pero mientras tanto, plantaron las semillas de amor y esperanza. Los hombres que habían tenido una fuerte conexión
con su intuición le dieron a la humanidad un arte hermoso y el progreso científico
y social. Y dondequiera en el mundo
vivieron mujeres valientes, a veces brujas, que se mantuvieron fieles a sí
mismas y se irguieron en su espiritualidad original. Ellas han ayudado a un número increíble de
personas y han plantado innumerables semillas de luz en los corazones de la
gente. Pero a menudo terminaban quemadas
en el intento.
Un hombre que aprecie lo que hay de original en él, comienza a abrazar
de nuevo lo femenino. Una mujer que aprecia lo masculino en ella, conecta a los
hombres a su alrededor con la fuente de amor y verdad en ella. Gradualmente la
Luz ha incrementado.
“Ama a tus enemigos”, dijo
Jeshua. No quiere decir que el amor
trasciende la dualidad. No, el amor trae a la luz el que esa dualidad es
ilusión. Es como si ustedes fuesen lámpara en mano buscando la oscuridad, pero
donde quiera que llegasen parece que no hay oscuridad, porque después de todo,
la luz de su lámpara brilla allí. La
oscuridad no existe realmente, es simplemente la ausencia de luz. La dualidad no existe realmente, es solamente
falta de amor. Cada vez que nos abrimos
unos a otros, descubrimos que esa persona es justo igual a nosotros. La
dualidad que pensamos inicialmente era real parece no existir del todo, es una
ilusión.
A pesar de todas las guerras, la humanidad se desarrolló más y encontró
tanto el progreso social como el técnico. Hay avances sociales importantes como
la abolición de la esclavitud, la emancipación de la mujer, y la eliminación
del trabajo infantil. En cuanto a la tecnología, la humanidad ha avanzado tanto
que construyó un cohete y fue a la luna. Y una vez que los humanos llegaron a
la Luna, miraron a la Tierra y se dieron
cuenta que su hogar era más hermoso que antes. Vieron un mundo maravillosamente
azul – sin límites – y comprendieron en lo profundo de su corazón que este
mundo es un hermoso ser viviente del que tanto abusamos. Ellos
trajeron de vuelta hermosas fotos e historias.
Ellos compartieron sus experiencias espirituales.
El viaje a la Luna, un símbolo antiguo de lo femenino, era en un sentido
la culminación de la energía masculina.
Es como las semillas que brotan de lo masculino. Después que esto ocurre, hay sentimientos de
gentileza y ternura y paz, a la femenina se le ha devuelto su espacio.
La humanidad totalizándose
a sí misma
Durante los años sesenta, tuvo lugar un gran proceso de sanación. Los
hombres comenzaron a llevar su pelo largo, una señal de recuperación de la
conexión con su femenina interna. Desde
todas partes la humanidad tuvo ayuda para superar la dualidad y volverse
consciente de la interconexión de la vida.
La ciencia desarrolló la hipótesis de Gaia mediante James Lovelock: la
idea de que la Tierra es un organismo viviente. Esta fue una ruptura radical
con la teoría “masculina” de la evolución que plantea que la Tierra está
compuesta por una multitud de organismos que luchan entre sí. La teoría de Gaia
es parte de una teoría mucho mayor, a saber, que el universo infinito es un
único todo viviente: todos somos uno.
Volverse totales también significa unificación. Y de hecho la humanidad
está descubriendo su unidad y conectividad interna. La gente viaja cada vez
más, y hay encuentros amistosos entre gentes de diferentes culturas. Gracias al
surgimiento del inglés, como lengua unificadora y de la Internet, puedo ahora
por primera vez en la historia de la humanidad, comunicarme con casi todo el
mundo. Estamos cada vez más comenzando a
abrazar los mismos valores en la Tierra: la Declaración Universal de Derechos
Humanos.
La integración también significa que comprendemos que somos uno. No
somos una mujer y un hombre, somos seres humanos. Tanto el masculino como el femenino están en
nosotros. Sentir y abrazar eso nos hace totales, nos hace erguirnos en la Tierra
como una luz brillante. Entonces habrá paz, una paz interior que se refleja en
armonía con nuestros semejantes, con la Tierra y con el propio universo.
Traducción: Fara González
@ Gerrit Gielen -www.jeshua.net
Sitio
en español: www.jeshua.net/esp
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